Narra el Evangelio que unas semanas antes de su pasión y muerte, Jesús subió a un monte a orar, y se llevó con él a sus tres discípulos predilectos, Pedro, Santiago y Juan. Y mientras oraba, su cuerpo se transfiguró. Sus vestidos se volvieron «más blancos que la nieve, y su rostro más resplandeciente que el sol». Se aparecieron Moisés y Elías, y hablaban con él sobre lo que le iba a suceder próximamente en Jerusalén. Este pasaje vino rápidamente a mi cabeza cuando en la tarde de ayer pude contemplar la estampa de Jesús Cautivo avanzando por la calle Mármoles, bajo un sol de justicia que se ponía por la avenida de Carlos Haya y que hacía que se transparentara su túnica, hasta dejar ver la silueta de sus enaguas.
Esta nueva Semana Santa nos ha deparado esta nueva imagen del Señor de Málaga, casi transparente, recorriendo una calle Mármoles que lo esperaba como cada Lunes Santo, abarrotada y aplaudiendo su lento y solemne caminar.
La aspiración de la actual junta de gobierno de la cofradía –y también la de anteriores directivas– de adelantar la franja horaria de la procesión se hizo finalmente realidad gracias al cambio del recorrido oficial y a la generosidad de los Estudiantes al aceptar cerrar la jornada tras el cortejo de la corporación trinitaria, que ayer también vio cumplido el sueño de contemplar a la Virgen de la Trinidad con su nuevo palio bordado, totalmente finalizado.
Nuevas emociones, anhelos alcanzados para una hermandad que tiene el orgullo y la responsabilidad de dar culto al dueño y Señor de una ciudad que tiene rendida a sus pies, como ayer volvió a quedar demostrado un año más. Las fotografías captadas por mis compañeros de la multitud de personas agolpadas en torno al puente de la Aurora y el pasillo de Santa Isabel para ver su caminar hacia la calle Cisneros hablan por sí solas.
La Iglesia también debe ser consciente de esto. Me alegró ver al nuevo párroco de San Pablo, José Manuel Llamas, acompañando al trono de Jesús Cautivo junto al cuerpo de acólitos, provisto de su capa pluvial morada y con su bastón de la cofradía en la mano. Ojalá el relevo en la parroquia de la calle Trinidad sirva para que también se pueda cumplir otra gran aspiración de la cofradía. La capilla de la girola del templo en la que se rinde culto a las imágenes de Jesús Cautivo y la Virgen de la Trinidad tiene la ventaja de que las hace cercanas a los fieles, pero una ubicación que no es acorde con la importancia de su arrolladora devoción.
La iglesia de San Pablo ofrece sin lugar a dudas mejores sitios en los que poder rendir culto como se merece al Señor de Málaga y a su Madre de la Trinidad. Espacios como el hueco central de la girola, tras el altar mayor, donde el Cautivo podría quedar expuesto de forma permanente a la veneración de su devotos habilitando algún tipo de pasillo posterior o delantero, sin estorbar a la celebración de las misas, o la capilla sacramental. Todo es cuestión de voluntad por parte de la cofradía, del sacerdote responsable del templo y del Obispado; siempre a mayor honor y gloria de un Cristo que ayer volvió a cautivar a una ciudad deslumbradapor el sol de su mirada y su túnica blanca.
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